Y el sol acariciaba nuestro pecho
Y el levante erguía todos nuestros vellos
Y el rock and roll se mezclaba con música de olas
Y las gaviotas jamás se convirtieron en palomas
domingo, 24 de julio de 2016
jueves, 30 de julio de 2015
Por favor, desconexión
Gente atada por una cadena de 5,5 pulgadas: alrededor de 35 centímetros cuadrados capaces de hacer que sólo muevan un dedo. Un dedo y nada más. Ni siquiera para intentar pasar se mueven. Ni pidiéndolo por favor, casi ni pegando un codazo. Olvídate de que te respondan, se quejen, se disculpen o te insulten; se limitarán a emitir un leve gemido / quejido / suspiro (según la persona) y a seguir surfeando con su dedo indice por la apasionante ola que parece facebook. Es el metro a las 08:35 de la mañana.
A las 08:40 nadie se levanta al ver entrar a una señora mayor. Muchos la ven pero esconden su poca vergüenza detrás de la pantalla del móvil, justo dónde se refugian ellos. En 640*480 pixeles viven y exhiben aquello que sueñan con ser pero que no se esfuerzan ni un segundo en alcanzar. Mucho tiempo de su día a día, muchos minutos de personas que podrían ser maravillosas se pierden en construir mentiras y olvidarse de su mundo, de su entorno, de las personas que tienen a su lado, de las personas que comparten su viaje de metro. Desde hace meses todos los días veo durante 30 minutos a muchos de ellos y aún no me hago una idea de si son simpáticos, desagradables, graciosos, positivos o negativos: se relacionan sólo con su pantalla portátil.
A las 08:50 me doy cuenta que estamos lapidando nuestro carácter humano: no nos miramos a los ojos al cruzarnos, no nos hablamos, no dejamos pasar a nadie, corremos lanzados en masa hacia la escalera mecánica para que suba (o incluso baje) por nosotros. Al verme subir solo por la escalera "normal" (si os paráis a pensar resulta tremendo tener que matizarlo...) algunos levantan su cabeza para mirarme con cara de asombro. En el colegio un profesor de biología nos dijo que cada escalón que subieras significaba ganar un segundo más de vida; seguro que a muchos de ellos también se lo dijeron, únicamente deben recordarlo. Recordar vivir, sujetar una puerta, ceder un asiento o lanzar una sonrisa a los ojos de un desconocido. Recordar que somos humanos y no títeres simplones manejados por Facebook, Twitter y Whatsapp.
A las 08:55 salgo del metro y me arrepiento de no haberle contado todo este rollo a cualquiera de los desgraciados que no dejaron sentarse a aquella señora. Prácticamente soy uno de ellos... A las 08:56 me prometo escribir este día para no olvidar jamás quién soy fuera de mi maldita mini pantalla.
A las 08:40 nadie se levanta al ver entrar a una señora mayor. Muchos la ven pero esconden su poca vergüenza detrás de la pantalla del móvil, justo dónde se refugian ellos. En 640*480 pixeles viven y exhiben aquello que sueñan con ser pero que no se esfuerzan ni un segundo en alcanzar. Mucho tiempo de su día a día, muchos minutos de personas que podrían ser maravillosas se pierden en construir mentiras y olvidarse de su mundo, de su entorno, de las personas que tienen a su lado, de las personas que comparten su viaje de metro. Desde hace meses todos los días veo durante 30 minutos a muchos de ellos y aún no me hago una idea de si son simpáticos, desagradables, graciosos, positivos o negativos: se relacionan sólo con su pantalla portátil.
A las 08:50 me doy cuenta que estamos lapidando nuestro carácter humano: no nos miramos a los ojos al cruzarnos, no nos hablamos, no dejamos pasar a nadie, corremos lanzados en masa hacia la escalera mecánica para que suba (o incluso baje) por nosotros. Al verme subir solo por la escalera "normal" (si os paráis a pensar resulta tremendo tener que matizarlo...) algunos levantan su cabeza para mirarme con cara de asombro. En el colegio un profesor de biología nos dijo que cada escalón que subieras significaba ganar un segundo más de vida; seguro que a muchos de ellos también se lo dijeron, únicamente deben recordarlo. Recordar vivir, sujetar una puerta, ceder un asiento o lanzar una sonrisa a los ojos de un desconocido. Recordar que somos humanos y no títeres simplones manejados por Facebook, Twitter y Whatsapp.
A las 08:55 salgo del metro y me arrepiento de no haberle contado todo este rollo a cualquiera de los desgraciados que no dejaron sentarse a aquella señora. Prácticamente soy uno de ellos... A las 08:56 me prometo escribir este día para no olvidar jamás quién soy fuera de mi maldita mini pantalla.
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viernes, 21 de noviembre de 2014
Nada, vino y no.
Tardes de no hacer nada. Noches de beber vino o tragar series. Mañanas de sexo o no. Y vuelta a empezar. Nunca solo, siempre con Eva. Tranquilidad, sensaciones y bohemia. Las manzanas nacen en la tierra, no en el cielo.
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domingo, 6 de abril de 2014
Una persona en la vida
Día a día una persona disfruta, ama, siente, se cabrea, digamos que "vive". ¿Que es vivir? Ser inexperto, ser un gilipollas y comerse la vida tal y como viene. "Tal y como viene" pero que venga con magia, con frescura, con risas, con dosis de verdad y con una penetrante, intensa y cómplice mirada que me vuelva loco. Parece una pestosa carta de amor. Y lo es, es un homenaje a aquellas personas que pueden emborracharte y colocarte sin beberte una puta copa. Es un canto a sólo, y si tienes suerte, a una persona en la vida. Son las ganas de querer sentirse afortunado, es la sensación de querer ser único e irrepetible para una persona. De mejorar, centrarte y sentirse amado. Ojo, no es fácil; después de años, muchas veces me siento muy lejos de saber hacer feliz a nadie. Y menos a la mujer que me vuelve loco con locura. Valga la redundancia
(La redundancia se refiere a la cualidad o al estado de presentarse en número superabundante, en comparación a una situación juzgada normal o lógica o suficiente. Este concepto puede tener connotación negativa asociada con lo superfluo o lo innecesario, aunque también puede tener sentido positivo cuando la redundancia permite prevenir un disfuncionamiento y/o la detección de situaciones consideradas anormales o excepcionales, así como cuando tiene por objetivo enfatizar una situación o una condición.)
Valga la redundancia. Porque mi redundancia es hacer sonreír a una persona. Y cuando no lo hago, duele. Y escribo letras sin sentido. Letras y palabras malas que no hacen justicia a la persona que amo. Porque no soy capaz de ser tan increíble como ella. Día a día quiero volverla loca. Hoy lo he hecho en tono negativo; Por eso escribo esas líneas. ¿Para compensar? ¿Que no son buenas? Me la suda. Son sinceras. Y es una pestosa y verdadera carta de amor. No tiene grandes rimas, ni grandes figuras de estilo. Sólo tiene mucha verdad y sentimientos en estado puro. Te Amo Pixi.
(La redundancia se refiere a la cualidad o al estado de presentarse en número superabundante, en comparación a una situación juzgada normal o lógica o suficiente. Este concepto puede tener connotación negativa asociada con lo superfluo o lo innecesario, aunque también puede tener sentido positivo cuando la redundancia permite prevenir un disfuncionamiento y/o la detección de situaciones consideradas anormales o excepcionales, así como cuando tiene por objetivo enfatizar una situación o una condición.)
Valga la redundancia. Porque mi redundancia es hacer sonreír a una persona. Y cuando no lo hago, duele. Y escribo letras sin sentido. Letras y palabras malas que no hacen justicia a la persona que amo. Porque no soy capaz de ser tan increíble como ella. Día a día quiero volverla loca. Hoy lo he hecho en tono negativo; Por eso escribo esas líneas. ¿Para compensar? ¿Que no son buenas? Me la suda. Son sinceras. Y es una pestosa y verdadera carta de amor. No tiene grandes rimas, ni grandes figuras de estilo. Sólo tiene mucha verdad y sentimientos en estado puro. Te Amo Pixi.
domingo, 27 de octubre de 2013
Hatima
Cuando Hatima aceptó empezar aquello olvidando todos sus principios, supo que había llegado a su final.
Entonces, se dio cuenta de lo bello que era su nombre, comprendió que era suyo y de nadie más y que "lo correcto", era hacer realmente lo que le diera la gana, vivir día a día escuchando a su corazón.
"Hatima" significa "destino" en Swahili.
Entonces, se dio cuenta de lo bello que era su nombre, comprendió que era suyo y de nadie más y que "lo correcto", era hacer realmente lo que le diera la gana, vivir día a día escuchando a su corazón.
"Hatima" significa "destino" en Swahili.
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jueves, 22 de agosto de 2013
El Invierno de Frankie Machine: Robert de Niro tal y como nos hubiera gustado que envejeciera.
Hubo un tiempo en que De Niro hacía grandes películas. Interpretaba a grandes personajes, los investigaba, imitaba y hasta improvisaba magistralmente ("Are you talking to me?", la famosa escena de De Niro frente al espejo en Taxi Driver fue pura improvisación suya).
Menos mal que las películas no se borran.
Cuando empecé a leer "El Invierno de Frankie Machine" y en la página 4 descubrí que Robert había comprado los derechos de la obra no pude evitar sentir un cosquilleo en el estómago. Sinceramente me dieron ganas de leerlo mucho más. Y no defraudó: esta novela de Don Winslow es un gran libro que mezcla mafia, suspense, surf y humor: receta perfecta para entretener.
Pero sobre todo es un gran libro con un mejor personaje. Un personaje al que te gustaría asimilarte con 62 años. Un personaje que en cuanto empiezas a leer, te imaginas en cada página la puta cara, gesto y voz de De Niro. Al acabar el libro el cosquilleo vuelve: sólo puedes pensar en ver la película. Desconcertado e ilusionado porque el italoamericano vuelva a las andadas del buen cine, cierras las 400 páginas para buscar en qué año la estrenarán.
Pues parece que de momento no habrá film. Así que desde el espigón sólo puedo dar un consejo: olvidaros del viejo De Niro, coged el libro, y entreteneos con la historia de Frankie el vendedor de carnada. Mientras, we wait for you Robert.
Menos mal que las películas no se borran.
Cuando empecé a leer "El Invierno de Frankie Machine" y en la página 4 descubrí que Robert había comprado los derechos de la obra no pude evitar sentir un cosquilleo en el estómago. Sinceramente me dieron ganas de leerlo mucho más. Y no defraudó: esta novela de Don Winslow es un gran libro que mezcla mafia, suspense, surf y humor: receta perfecta para entretener.
Pero sobre todo es un gran libro con un mejor personaje. Un personaje al que te gustaría asimilarte con 62 años. Un personaje que en cuanto empiezas a leer, te imaginas en cada página la puta cara, gesto y voz de De Niro. Al acabar el libro el cosquilleo vuelve: sólo puedes pensar en ver la película. Desconcertado e ilusionado porque el italoamericano vuelva a las andadas del buen cine, cierras las 400 páginas para buscar en qué año la estrenarán.
Pues parece que de momento no habrá film. Así que desde el espigón sólo puedo dar un consejo: olvidaros del viejo De Niro, coged el libro, y entreteneos con la historia de Frankie el vendedor de carnada. Mientras, we wait for you Robert.
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jueves, 8 de agosto de 2013
Rarezas esenciales
Comerse el último trozo de carne roja después del postre. Ser capaz de pasarse cuatro horas no haciendo otra cosa que bajarse música. Ver sí o sí la película de después de comer de Antena 3 (pero ojo, te gusta el buen cine). Seguir con el MP3 en vez de meterte la música en el móvil. No quitarle el plástico de protección a cualquier aparato medio tecnológico. Asomarse a la playa aunque llueva. Jugar de mayor a no pisar las rayas de la acera. Quedarse quieto bajo el agua del mar escuchando otro mundo. Ver el primer capitulo de Chicho Terremoto en un día cualquiera.
Vivan nuestras rarezas esenciales.
Chicho sorprende: si de pequeño te gustaba, dale una oportunidad
a volver a verlo de mayor. Impresionante.
Vivan nuestras rarezas esenciales.
Chicho sorprende: si de pequeño te gustaba, dale una oportunidad
a volver a verlo de mayor. Impresionante.
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