Mi dedo había puesto el automático sobre los botones del mando de la televisión. Vivos y soporíferos pantallazos de teletienda, concursos "llama y gana" y pseudo-erotismo deslumbraban mis ojos a la vez que desconectaban mi consciencia.
El telón de mis parpados no paraba de abrirse y cerrarse, se resignaba a acabar la noche y el día sin mostrar una función maravillosa, que pudiera recordar y admirar a lo largo de los años. Ocurriría: mi dedo se detuvo en un programa musical, los destellos desaparecieron y mi consciencia se reactivó para, sin saberlo, estar a punto de armonizar dos de mis sentidos y jugar con lo más profundo de mi subconsciente.
De repente, todo tuvo sentido, de repente la noche dejó de ser perdida por 6 minutos increíbles, de repente apareció esto en mi televisor
Justo después me fui a dormir tranquilo.
Años más tarde, mis ojos se siguen moviendo hipnotizados por sonora y paradójica creativa geometría.