No siempre lo más bello del amanecer está en el horizonte, ni en las caprichosas y anárquicas nubes que logran componer cada día un cuadro perfecto; muchas veces está detrás de nuestros ojos, bajo el codo de un brazo cuyo extremo pulsa incesantemente ese botón que captura cien fotografías iguales en cien mañanas diferentes.
Muchas veces basta con darnos la vuelta... darle una vuelta...
eso es creatividad.
Voilà...