jueves, 30 de julio de 2015

Por favor, desconexión

Gente atada por una cadena de 5,5 pulgadas: alrededor de 35 centímetros cuadrados capaces de hacer que sólo muevan un dedo. Un dedo y nada más. Ni siquiera para intentar pasar se mueven. Ni pidiéndolo por favor, casi ni pegando un codazo. Olvídate de que te respondan, se quejen, se disculpen o te insulten; se limitarán a emitir un leve gemido / quejido / suspiro (según la persona) y a seguir surfeando con su dedo indice por la apasionante ola que parece facebook. Es el metro a las 08:35 de la mañana.

A las 08:40 nadie se levanta al ver entrar a una señora mayor. Muchos la ven pero esconden su poca vergüenza detrás de la pantalla del móvil, justo dónde se refugian ellos. En 640*480 pixeles viven y exhiben aquello que sueñan con ser pero que no se esfuerzan ni un segundo en alcanzar. Mucho tiempo de su día a día, muchos minutos de personas que podrían ser maravillosas se pierden en construir mentiras y olvidarse de su mundo, de su entorno, de las personas que tienen a su lado, de las personas que comparten su viaje de metro. Desde hace meses todos los días veo durante 30 minutos a muchos de ellos y aún no me hago una idea de si son simpáticos, desagradables, graciosos, positivos o negativos: se relacionan sólo con su pantalla portátil.

 A las 08:50 me doy cuenta que estamos lapidando nuestro carácter humano: no nos miramos a los ojos al cruzarnos, no nos hablamos, no dejamos pasar a nadie, corremos lanzados en masa hacia la escalera mecánica para que suba (o incluso baje) por nosotros. Al verme subir solo por la escalera "normal" (si os paráis a pensar resulta tremendo tener que matizarlo...) algunos levantan su cabeza para mirarme con cara de asombro. En el colegio un profesor de biología nos dijo que cada escalón que subieras significaba ganar un segundo más de vida; seguro que a muchos de ellos también se lo dijeron, únicamente deben recordarlo. Recordar vivir, sujetar una puerta, ceder un asiento o lanzar una sonrisa a los ojos de un desconocido. Recordar que somos humanos y no títeres simplones manejados por Facebook, Twitter y Whatsapp.

 A las 08:55 salgo del metro y me arrepiento de no haberle contado todo este rollo a cualquiera de los desgraciados que no dejaron sentarse a aquella señora. Prácticamente soy uno de ellos... A las 08:56 me prometo escribir este día para no olvidar jamás quién soy fuera de mi maldita mini pantalla.


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